Esculpir la sombra para habitar el fresco. El concepto rector de Casa Acerina no fue agregar, sino sustraer. Trabajamos la volumetría como bloques sólidos que se mueven para generar vacíos estratégicos: patios interiores, aleros profundos y transiciones techadas. Estos espacios intermedios funcionan como un sistema de enfriamiento pasivo, reduciendo la ganancia térmica directa en los muros principales y permitiendo que el aire circule libremente.
La elección de una paleta de materiales sobria —piedra natural y tonos neutros— no es casualidad; aporta masa térmica para estabilizar la temperatura interior y visualmente ancla la casa al terreno, transmitiendo una sensación de permanencia y serenidad que contrasta con el ritmo urbano exterior.
Intimidad sin encierro.
El lujo moderno es poder vivir sin cortinas. Diseñamos la planta baja para que fluya hacia los jardines interiores, borrando los límites entre la sala y la terraza. Sin embargo, hacia la fachada principal, la casa se muestra discreta y sólida, protegiendo la vida familiar de las miradas ajenas.
Cada ventana está posicionada no solo para ver, sino para controlar qué se ve y cómo entra la luz, creando atmósferas cambiantes a lo largo del día que enriquecen la rutina de sus habitantes.