Identidad sólida y eficiencia operativa. El desafío principal fue intervenir una edificación que requiera una actualización urgente, no solo estética sino estructural y funcional. Optamos por una estrategia brutalista no por moda, sino por inteligencia financiera y operativa: el concreto aparente elimina los costos recurrentes de pintura y acabados, ofreciendo una "piel" indestructible ideal para el alto tráfico estudiantil.
Reconfiguramos la volumetría para generar inercia térmica, manteniendo el interior fresco frente al clima cálido de la región sin depender excesivamente de climatización artificial. La honestidad de los materiales refleja la vocación de la institución: solidez, transparencia y resistencia.
Más allá del escenario: acústica y flujo. Un auditorio no funciona si no se escucha o si se satura en los accesos. Diseñamos una plazoleta exterior que actúa como "vestíbulo urbano", permitiendo que la convivencia social ocurra antes y después de los eventos sin bloquear las circulaciones.
Al interior, utilizamos la propia geometría de los muros y losas nervadas como difusores acústicos naturales (acústica pasiva), garantizando que la voz del ponente llegue clara hasta la última fila. Desde la logística del backstage hasta la visibilidad del espectador, cada ángulo fue calculado para que el edificio sea una herramienta de enseñanza, no solo un contenedor.