Una fortaleza permeable ante el sol.
El reto en La Paz es controlar la luz sin perder la vista. Nuestra solución fue crear una "piel" arquitectónica que filtra el entorno. Utilizamos un zócalo de piedra regional para anclar la casa visual y térmicamente, creando una base fresca que protege las áreas de descanso.
Sobre esta base, desplegamos volúmenes ligeros protegidos por celosías de madera y grandes aleros que actúan como un brise-soleil natural. Esta estrategia disipa la radiación solar directa antes de que toque el cristal, permitiendo que la casa se mantenga fresca y abierta, respirando a través de la ventilación cruzada que traen las brisas del Golfo.
El oasis interior.
En medio de la aridez, el confort es un microclima. Integramos una alberca central que cumple una doble función: es el corazón social de la vivienda y actúa como un regulador térmico, refrescando el aire que circula hacia las áreas comunes mediante la evaporación natural.
La transición entre el interior y el exterior es imperceptible. Las áreas sociales se extienden hacia terrazas sombreadas donde el paisaje xerófilo se convierte en parte del escenario, ofreciendo un estilo de vida relajado y sofisticado que celebra la belleza áspera del desierto.